Mundos extrasolares
- Álex Tuñas Corzón
- 2 nov 2015
- 4 Min. de lectura

Representación artística del exoplaneta Kepler-62-f. Por NASA Ames/JPL-Caltech.
A finales del siglo XVI el italiano Giordano Bruno propuso que las estrellas que se veían en el cielo debían ser soles y que alrededor de ellas podría haber múltiples planetas rebosantes de vida, incluso de vida inteligente. No pasó mucho tiempo hasta que la Inquisición, que de santa no tenía ni un pelo, ordenara que todos sus libros fueran quemados en la plaza de San Pedro. Por si esto fuera poco, el 19 de febrero de 1600, a las 5 y media de la madrugada, una de las mentes más brillantes de la época fue calcinada en la hoguera por herejía.
Casi 4 siglos más tarde, en el 1992, el radioastrónomo polaco Alexander Wolszczan descubriría el primer sistema planetario extrasolar, situado alrededor de un púlsar, que es una estrella de neutrones que gira a enormes velocidades emitiendo púlsos regulares de ondas de radio, de ahí su nombre. Tan sólo un año después, los suízos Didier Queloz y Michel Mayor detectaron el primer exoplaneta orbitando una estrella similar a nuestro Sol. Estos hallazgos, por si quedaba alguna duda, daban definitivamente la razón a Giordano. Hoy ya son más de 1500 los planetas extrasolares que han sido confirmados.
Como los exoplanetas se encuentran muy lejos del Sistema Solar y además permanecen eclipsados por la intensa luz de las estrellas entorno a las que orbitan, es muy difícil observarlos directamente. Aún así, las mejoras en materia tecnológica han sido tales que ya disponemos de varias imágenes de baja resolución en las que se pueden observar exoplanetas. Para esta detección directa existen 2 métodos: la coronografía y la interferometría. La coronografía consiste en el bloqueo de la luz de la estrella, con el fin de que lo que esta tenga a su alrededor se pueda ver más nitidamente, mientras que la interferometría combina las luces de múltiples telescopios de tal forma que las ondas de luz de las estrellas son anuladas más tarde las unas con las otras para así poder ver objetos que estaban ocultos.

Imagen compuesta en falso color tomada por el Telescopio Espacial Hubble, en la que se aprecia como se captó el movimiento del exoplaneta Formaulhaut desde el año 2004 hasta el 2012.
No obstante, dada la dificultad que entraña la observación directa, existen otras técnicas de detección. De todas ellas, la que más resultado ha dado hasta ahora es la de tránsito. Esta metodología se basa en que cuando un planeta pasa por delante de una estrella la luminosidad de esta se ve reducida. Esto es detectado por instrumentos tremendamente sensibles acoplados a un telescopio, que en función de la disminución de la luz, puede inferir aspectos básicos del planeta como el tamaño y la órbita aproximada. Gracias a esta técnica el telescopio espacial Kepler, que es el telescopio por excelencia implicado en la búsqueda de exoplanetas, ya ha descubierto más de 1000 mundos extrasolares en nuestra galaxia.
Otra de las técnicas indirectas es la que utilizó en su momento Alexander Wolszczan para descubrir el primer sistema extrasolar. Esta está basada en lo que en inglés se conoce como pulsar timing, que es la medición temporal de los “flashes” emitidos por los púlsares, pues la regularidad de estos se puede ver alterada por la presencia de exoplanetas a su alrededor. De forma similar, existen otras 2 metodologías fundamentadas en la distorsión que los planetas pueden ocasionar en el movimiento de la estrella analizada. Por un lado está la llamada medida astrométrica, que se asienta en la búsqueda de pautas de movimiento anómalos de las estrellas, mientras que por otro lado está el método de la velocidad radial, que consiste en el fenómeno por el cual las estrellas emiten longitudes de onda cortas cuando se aproximan a la tierra y longitudes de onda largas cuando se alejan. Por último tenemos la metodología de la microlente gravitacional, que se aprovecha de la relatividad general, al analizar el grado de desvío de la luz debido a la gravedad del planeta/estrella.

Diferentes métodos de detección de exoplanetas. Animación de la PHL traducida por Tania MT.
Por el momento los telescopios espaciales sólo pueden determinar el tamaño aproximado de los exoplanetas y la distancia a las estrellas que orbitan. No obstante, esta información es suficiente para saber si estos planetas son o no buenos candidatos para albergar vida tal y como la conocemos. De todos los descubiertos con un tamaño de entre 0,5 y 2 masas terrestres, sólo alrededor de una docena se encuentra en la llamada zona de habitabilidad, que es el intervalo de distancias con respecto a la estrella que es compatible con el agua en estado líquido. De todos ellos, el Kepler-452b (tan sólo un 60% mayor que la Tierra) es el exoplaneta más pequeño descubierto en zona de habitabilidad y orbita una estrella del mismo tipo que nuestro Sol (tipo G), situada a unos 1400 años luz de distancia de este. Por ahora se trata del candidato más similar a nuestro Punto Azul Pálido.

Gráfica que muestra cual sería la zona de habitabilidad en función del tipo de estrella. Se aprecia como a medida que las estrellas son de mayor tamaño las temperaturas son mayores, por lo que la zona de habitabilidad se desplaza a distancias también mayores. Por PHL, traducido por Álex Tuñas Corzón.
Si ciertamente la vida es, como comentó el premio Nobel de química Christian de Duve, “una manifestación inevitable de la materia, obligada a surgir bajo determinadas condiciones”, cabría esperar que alrededor de alguna de las estrellas que vemos de noche existan interesantes colecciones de átomos afanándose por reproducir sus códigos genéticos. Al fin y al cabo, las leyes naturales son iguales en todos los rincones del Universo. ¿Y por qué no? Tampoco resulta tan descabellado imaginarse a alguien en uno de los sistemas planetarios descubiertos recientemente por el Kepler mirando hacia arriba y preguntándose por la existencia de vida inteligente. Actualmente sabemos que hay demasiados mundos extrasolares como para pensar que sólo en la Tierra consiguiera evolucionar el germen del pensamiento.
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