Los zombis que nos da la naturaleza (I)
- Tania MT
- 15 ene 2016
- 3 Min. de lectura

Caracol infestado por Leucochloridium sp. Fotografía de Gilles San Martin.
El término “zombi” hace referencia al cadáver humano que es reanimado por un hechicero vudú con el fin de convertirlo en su esclavo. Si contextualizásemos ese concepto de sumisión provocada por un individuo a otro en su propio beneficio al mundo de los parásitos, podríamos acusar a más de uno de auténtica brujería.
Los parásitos son organismos que viven a expensas de otro organismo (su hospedador). La relación que se establece es necesaria para el parásito, ya que sin el hospedador no puede vivir y desarrollarse. Por ello, un parasitismo no suele implicar la muerte inmediata del infestado pero su vida queda sujeta al deleite del huésped.
Aunque algunos parásitos tienen más que suficiente con un hospedador, la gran mayoría necesitan cambiar de hospedador para completar su ciclo de vida. Por ejemplo, los piojos solo necesitan al ser humano para desarrollarse: a partir de un huevo nace una ninfa que crece a adulto y se aparea con otro individuo para poner más huevos, todo en tu cabeza. Por otro lado, la tenia que afecta a los seres humanos se desarrolla como adulto en nuestro intestino pero su descendencia debe ser ingerida por un cerdo para madurar en forma de huevo antes de infectar a otro ser humano y poder eclosionar.
Dar el salto de un organismo a otro no siempre es fácil ya que implica que el hospedador número 1 sea ingerido por el hospedador número 2 (como en el ejemplo de la tenia, nosotros tenemos que comernos la carne de un cerdo infestado). Mientras que muchos parásitos dejan este factor en manos del azar, otros han conseguido evolucionar hasta el punto de manipular a sus hospedadores para exponerlos a sus predadores y asegurarse de que su ciclo vital se completa.
El ejemplo que os traigo hoy es el del helminto Leucochloridium paradoxum y su víctima, el caracol Succinea putris. Todo comienza cuando el caracol ingiere los huevos de un helminto contenidos en las heces que un pájaro depositó sobre la hierba. Una vez dentro del intestino del caracol, el huevo eclosiona y sale una larva que madurará hasta convertirse en un "contenedor" de cientos de larvas más (broodsacs en inglés), originadas por reproducción asexual (esto quiere decir que a partir de un indiviuo se genera otro, sin necesidad de encontrar pareja de sexo opuesto). Estos contenedores son los que migran a los tentáculos del caracol para poder ser visibles. Además de tener unos colores muy vistosos, se contraen y estiran compulsivamente con el objetivo de atraer la mirada de algún pájaro ya que, efectivamente, las aves son el segundo hospedador necesario. En su intestino el helminto buscará a una pareja de sexo opuesto para poder reproducirse sexualmente y depositar sus huevos. Cuando el pájaro defeca, libera heces repletas de huevos que caerán sobre la hierba y el ciclo volverá a empezar.

Ciclo vital de Leucochloridium sp. Dibujo por Tania MT.
La propiedad manipuladora de L.paradoxum está en que, al migrar a los tentáculos, ciega al caracol para que no pueda distinguir entre luz y oscuridad. Esto es un problema para el caracol quien, en una situación normal, evita las zonas luminosas y, por tanto, expuestas a la depredación de los pájaros. El parásito provoca que su huésped se deslice inocentemente por las hierbas más altas del prado y sea fácilmente engullido.
En este enlace encontrarás un vídeo del parásito en acción. ¡Increíble!
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